Postergar de manera voluntaria la maternidad o sufrir el riesgo de quedar infértil por algún padecimiento médico, ya no son motivo para que no cumplas tu deseo de ser madre. Sin mayores complicaciones la técnica de vitrificación permite conservar óvulos hasta que la mujer sienta que ha llegado el momento ideal.
El boom de la pastilla anticonceptiva a mediados del siglo pasado, le ofreció a la mujer la posibilidad de controlar su vida sexual y tener el poder de decidir cuando tener hijos.
Las altas exigencías del mundo actual, la dificultad para concretar una pareja, han hecho que la decisión de tener hijos por parte de la mujer se vea postergada hasta edades en las que tanto las células como el organismo femenino comienzan su declive. Lo que ocasiona embarazos de alto riesgo e incluso la infertilidad.
En este sentido, la naturaleza no fue equitativa entre hombres y mujeres, ellos tienen la capacidad de producir espermatozoides durante toda su vida y es hasta edades muy avanzadas que se empieza a observar una disminución en la calidad de las células.
Es otra la suerte las que corren las mujeres, y es que todos los óvulos que una mujer produce para su vida fértil se dan desde que es un feto. Las niñas nacen con aproximadamente dos millones de células reproductivas de las cuales se pierden un millón doscientas antes de llegar a la pubertad y se van agotando con cada menstruación. Es por ello que en promedio a partir de los 35 años las cantidades de óvulos decrecen aceleradamente.
Para contrarrestar estos hechos, el área de la ciencia que se encarga de la reproducción humana no solo se han dedicado a resolver los problemas de infertilidad, si no que también le han dado la oportunidad a mujeres en edad avanzada de vitrificar sus óvulos hasta que deseen cumplir su sueño de ser madre.
La técnica de vitrificación de óvulos a diferencia de la congelación clásica, busca enfriar las células en forma más rápida. Anteriormente, se enfriaban lentamente a un ritmo de, aproximadamente, 0´3 ºC por minuto, para así evitar que el agua que hay tanto dentro como fuera del embrión se convirtiera en hielo. La vitrificación enfría de forma fulminante las células a una velocidad de más de 15.000 ºC por minuto, de manera que no da tiempo a que se forme hielo sino que se forma es una especie de gel que no daña a las células.
Con esta técnica se consigue que menos óvulos resulten dañados y mejoren las tasas de implantación. Con el anterior método de congelación se lograba embarazar a una de cada 3 mujeres, mientras que con la vitrificación 2 de cada 3 logran un embarazo, en el primer intento. Además al haber mayores posibilidades de implantación de un embrión, se puede transferir un menor número de embriones, reduciendo así el riesgo de embarazos múltiples.
Perfeccionando la técnica
Desde que los científicos empezaron a crear vida en el laboratorio, se hizo común la práctica de congelar óvulos para ser utilizados posteriormente. Aunque esta reserva produjo complicaciones del punto de vista clínico ya que mucho de esos embriones se perdían cuando eran descongelados.
Es por ello que a los científicos les surgió la idea de congelar las células femeniñas y masculinas por separado, a fin de hacer la fertilización de los óvulos en el momento más cercano a la implantación. Pero aquí surgió una nueva complicación y es que se registraron valiosas perdidas ya que el proceso de descongelación usado para tal fin destruía la estructura de la célula.
Todos estos estudios científicos e investigaciones dieron paso a la vitrificación, una técnica que revolucionó la antigua congelación y preserva el ovulo de manera eficaz y segura. La doctora Obdilia De Barros, ginecóloga especializada en el área de fertilidad, glosa: “la gran fortaleza de la vitrificación es el tiempo en el que se lleva a cabo la congelación. Con el método anterior, un óvulo podía tardarse al menos dos horas en congelarse, lo que favorecía la formación de cristales, mientras que con la nueva, la congelación es 600 veces más rápida”.