Cuando tenemos a nuestro bebé entre los brazos por primera vez nos asombra lo pequeño y frágiles que parecen ser, pero realmente son muchas más las curiosidades que esconden nuestro pequeños cuando llegan al mundo.
Muchas de las características de nuestros bebés al nacer nos pueden sorprender y la mayoría de estas singularidades las vamos descubriendo a medida que vamos compartiendo con nuestro hijo, pero acá te vamos a dar una lista de algunas cosas que quizás aún no sabías de tu pequeño.
1. Tu bebé no tiene lágrimas
Aunque un bebé recién nacido generalmente llora mucho en los primeros días de vida, notarás que tu pequeño no suelta ni una sola lágrima. Esto se debe a que aún no cuenta con los conductos lágrimales, los cuales se forman a partir de las doce semanas o tres meses de vida.
2. Los bebés recién nacidos no tienen rótulas
Lo que sucede es que los huesos de tu bebé no son tan duros como los tuyos, sino que son cartílagos que con el paso de los años empiezan a endurecerse. Las rótulas son las últimas en hacerlo, por lo que tu niño no tiene este hueso hasta alrededor de los tres o cinco años.
3. Tu pequeño tiene muchos más huesos que tú
Aunque no sean igual de fuertes que los tuyos, los huesos de tu bebé son muchos más. Un adulto tiene en promedio 206 huesos, mientras que el bebé cuenta con al menos 300. La razón es que al irse solidificando, los huesos empiezan a unirse para hacer uno solo.
4. Tu pequeño no saborea lo salado
A pesar que desde que nacen los bebés ya tienen desarrollado el sentido del gusto, los bebés no pueden percibir el sabor salado hasta que ya tienen cuatro meses de vida.
5. Los bebés son velludos
Si cuando ves a tu bebé por primera vez notas que tiene una capa de vello que cubre su cuerpo, no tienes de qué preocuparte. Esto es perfectamente normal, pues en las últimas semanas de gestación, el bebé está recubierto con una capa que o protege de las infecciones, así que el vello en el cuerpo es solo parte de esta capa y se caerá por sí solo.
6. Las tetillas del pequeño pueden expulsar leche
Puede sorprenderte, pero es cierto. El alto nivel de estrógeno que tiene la madre en el embarazo es transferido también al bebé, por lo que al nacer puede expulsar leche por sus tetillas. Esto no durará mucho tiempo.
